jueves, 30 de diciembre de 2010

Manifiesto!

Dicen que la música es el arte que más cerca se encuentra de los recuerdos, y de todo lo inconsciente. Hay algo en ella también que refiere constantemente al instinto primitivo, y a la herencia cultural, a nuestro genoma compartido como animales civilizados.

¿Será que es una de las pocas cosas que pueden prometernos que afuera hay algo meramente interesante cuando estamos en el útero? La música pinta al mundo con la precisión de un ingeniero. La música está atada a nosotros pero está muy por encima nuestro. ¿Y que ilustra mejor aquello que no podemos manejar que la naturaleza? ¿Y que remite mejor a una partitura que las estaciones? Como en un pentagrama cósmico, ellas nos ordenan; pero también nos acompañan, nos invaden y nos afectan las emociones como una canción acaricia nuestro oído.

Este ciclo bucea en todo lo que despierta en nosotros cada momento del año, estemos en nuestro refugio interior o a cielo abierto, y lo transmuta en tonos, sonidos y melodías. En colores que se escuchan, en texturas que gritan, tararean y susurran. Un viaje al corazón de nuestro genoma, en el corazón de la Argentina.

(por Pattricia Taborda)

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